La generación de Maratón (capítulo 2)

Por Osvaldo Nemirovsci

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El siguiente texto es el segundo de una serie de relatos breves sobre la historia de las tecnologías de comunicación, que aborda el camino recorrido desde el uso de antorchas a la computación cuántica.

Photo by ( d f y b ) TRAVEL CAPTURES on Unsplash

Si hablamos de comunicar, lo interpersonal es lo más seguro. Aún en momentos de dramatismo debido al esfuerzo de hacerlo. Imagino las últimas palabras de un condenado a muerte, o el despedir en lechos de enfermos incurables a familiares cercanos. La voz se emite, la angustia le da tono, la comunicación se logra.

Pero bueno, la historia de la comunicación recoge algunos ejemplos de ese tipo. De tipo dramático.

Hay un caso famoso. No importa si ocurrió o no en verdad ya que su simbología es enorme y su conocimiento, universal y tomado históricamente como modelo de lealtad y compromiso para comunicar algo.

Fue por el 490 AC, cuando finalizó la Batalla de Maratón, un lugar ubicado a escasa distancia de Atenas donde se enfrentaron los invasores persas conducidos por el rey Darío I y los atenienses, más algunos aliados.

En general se sigue la descripción del historiador griego Heródoto que la cuenta en su libro VI de Historia.

Y acá concurren dos hechos, ambos que comunican. Ambos llenos de dramatismo y con ciertas confusiones entre sus protagonistas y los hechos.

El más común es el que narra que un ateniense corrió los 42 kms. 195 mts. entre el campo de batalla de Maratón y Atenas para llevar la noticia de la victoria sobre los persas, y luego de decir/comunicar “Hemos vencido!”, murió a consecuencia de su extenuación por el esfuerzo realizado.

Los que ponen en esta proeza a Filípedes obvian algo que pudo haber causado su muerte por agotamiento y es que este soldado, como hemeródromo (así se llamaba a los corredores que llevaban mensajes en Grecia), previo a este episodio había ya recorrido para avisar del desembarco persa, nada menos que 260 kms, y lo había hecho en dos días para luego regresar, pelear en la batalla y luego ir a dar la noticia del triunfo.

Posteriormente se encuentra un relato sobre la carrera de Maratón a Atenas para anunciar la victoria de los griegos, en la obra de Plutarco, quien 500 años después atribuye a un heraldo llamado Tersipo — citando a Heráclides Póntico, un autor del siglo III a. C., como fuente de ese dato — o Eucles.

Tan famoso resultó este episodio que durante siglos se homenajeó en Grecia a los combatientes de la batalla citada y se los recuerda como “La generación de Maratón” y hasta tuvieron un apelativo, los llamaban “los maratonomacos”.

Contemporáneo a estos hechos, y tal vez por la leyenda surgida de este episodio y como prevención a que la comunicación tan personal no termine matando al mensajero, comenzaron a utilizarse formas rudimentarias, pero con cierta lejanía y menor esfuerzo físico donde el emisor se situaba en alturas naturales y mediante movimientos de brazos, codificados entre ellos, iban con gente que hacía de receptores y retransmisores, colocados a distancias visuales aceptables, brindando información hasta que ésta llegaba al destino deseado (¡algo similar a lo que hoy realizan las small cells, para propagar la frecuencia del 5G!).

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